El viaje se fue haciendo pesado, eran las nueve de la noche y el punto de llegada hasta la casa se hacía lejano, como en uno de esos malos sueños en los que el camino se alarga o se avanza muy poco. Iba en el bus, la ruta de siempre, 289, Picacho. Estaba cansada, el día había estado caluroso y acababa de salir de una reunión agotadora, en otras palabras sólo quería comer algo y dormir. A mí lado un hombre no paraba de mirarme, sus ojos gigantescos se mostraban invasivos, molestos, intimidantes, yo no decía nada, trataba de mostrar que ignoraba la situación pero estaba atenta, muy atenta de lo que pudiese hacer.
Empezó a hablarme, al igual que su mirada las palabras se hicieron insistentes…”mi amor cómo te llamas” “mi amor, dónde vives” “mi amor por qué tan seria” ¡Quién se creía!-pensaba.
Callo.
El pecho se me hizo tormenta, las palabras seguían llegando, respondo:
¿Cree que es muy cómodo estar aquí sentada mientras usted me mira? ¿Por qué no me deja tranquila?
Responde:
“Deberías estar acostumbrada” ¿Dónde vives?
Callo.
Él sigue hablando: “yo conozco todo este barrio, conozco a toda la gente que vive por aquí, si no me dice igual yo voy a saberlo, me voy a quedar mirando hasta que se baje, la voy a seguir hasta su casa…”
¡Grito muy adentro! nadie dice nada.
Callo.
Es momento de bajarme, la puerta me da aire, espero de pie a que el bus se ponga en marcha…caminé mirándome los zapatos, el viaje había terminado pero la molestia se quedaba, esto lo vivo o lo veo a diario, no soy la única a la que le pasa, lo sé, muchas mujeres jóvenes lo sufrimos, sean las miradas en la calle, las palabras cercanas al oído, las vacilaciones incómodas cuando pasas, el hombre cercano en el metro o la mano irrespetuosa que te toca.
Por eso, las mujeres jóvenes de Medellín expresamos nuestro rechazo y preocupación ante el evidente acoso y violencia callejera que se vive en la ciudad. Así mismo manifestamos nuestra indignación frente a las prácticas que irrespetan nuestros cuerpos. Hoy queremos gritar y decirlo fuerte y en la calle para que lo escuche la gente ¡NO MÁS ACOSO SEXUAL CALLEJERO!
También queremos visibilizar las situaciones que vivimos las mujeres en lugares públicos, como la calle o los medios de transporte masivo, en donde son evidentes las palabras y acciones inaceptables, irrespetuosas, atemorizantes, insultantes, despectivas e indeseadas, motivadas entre otras cosas por nuestra condición de género, invadiendo de este modo nuestro espacio físico y afectando nuestra condición emocional.
El acoso callejero se hace visible a través de acciones cotidianas y toma forma en frases con contenido sexual y sexista, gestos, silbidos y sonidos de besos, existen también formas más graves como manoseos, masturbación pública, exhibicionismo y acechos, que perturban la tranquilidad de una mujer. ¡NO ES PIROPO, ES ACOSO!
Estamos cansadas de escuchar frases mal intencionadas que llegan desde taxis, cruces de las calles, paraderos de buses, obras en construcción, dichas por hombres irrespetuosos, a cualquier hora del día y en cualquier parte de la ciudad.
Por último hacemos un llamado a las autoridades, medios de comunicación y demás escenarios públicos para que no refuercen los argumentos que justifican e invisibilizan las violencias contra las mujeres, porque queremos caminar libres de acoso callejero y vivir libres de violencias en la cama, la casa, la calle, el país y el planeta, siendo claro para nosotras que no podemos permitir que nuestro cuerpo-primer territorio- siga siendo usurpado, invadido.
Por la reí-vindicación del derecho de las mujeres a una vida libre de violencias, ratificamos y expresamos de manera contundente nuestro NO rotundo a los actos de acoso sexual callejero que se comenten en la ciudad y el país y hacemos un llamado a todas y todos para que nos pronunciemos, para que sean miles de voces las que podamos gritar:
“Este cuerpo es mío y yo decido”
“Este cuerpo no se toca, no se mata, no se viola”